La hipertensión esencial primaria es una forma de presión arterial alta cuya causa específica no se identifica. Representa cerca del 90-95% de los casos de hipertensión y se desarrolla gradualmente con el tiempo. Aunque no tiene una causa directa, está asociada a factores genéticos, estilo de vida y envejecimiento. Si no se controla, puede llevar a problemas graves como enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y daño renal.
Causas
Aunque no se conoce una causa única, diversos factores contribuyen al desarrollo de la hipertensión esencial primaria:
- Predisposición genética: Antecedentes familiares de presión alta aumentan el riesgo.
- Edad: Más común en personas mayores de 40 años.
- Estilo de vida: Dietas ricas en sal, grasas y alimentos procesados, sedentarismo, consumo de alcohol y tabaquismo.
- Sobrepeso y obesidad: El exceso de peso ejerce presión adicional sobre las arterias.
- Estrés crónico: Puede contribuir a aumentos temporales y permanentes en la presión arterial.
Signos y síntomas médicos
La hipertensión esencial primaria es generalmente asintomática, lo que significa que muchas personas no saben que la tienen hasta que es detectada en un chequeo médico. En casos avanzados, pueden aparecer:
- Dolor de cabeza frecuente.
- Mareos o sensación de inestabilidad.
- Fatiga o debilidad.
- Palpitaciones o latidos irregulares.
- Sangrado nasal ocasional.
Estos síntomas suelen indicar que la presión arterial ha estado alta durante mucho tiempo.
¿Cuándo visitar al médico?
Es importante buscar atención médica si:
- Tu presión arterial es consistentemente superior a 120/80 mmHg.
- Tienes antecedentes familiares de hipertensión o enfermedades cardiovasculares.
- Experimentas síntomas como dolor de cabeza persistente, visión borrosa o dificultad para respirar.
- Tienes factores de riesgo como obesidad, tabaquismo o diabetes.
Incluso sin síntomas, se recomienda realizar chequeos médicos regulares, especialmente a partir de los 40 años.
Tratamiento
El manejo de la hipertensión esencial primaria combina cambios en el estilo de vida y medicamentos.
Cambios en el estilo de vida:
- Dieta saludable: Reducir el consumo de sal, azúcar y grasas; aumentar la ingesta de frutas, vegetales y alimentos ricos en potasio.
- Ejercicio regular: Caminar, nadar o realizar actividades físicas al menos 30 minutos al día.
- Control del peso: Perder peso ayuda a reducir la presión arterial.
- Evitar el tabaco y el alcohol: Estos hábitos empeoran la hipertensión.
- Control del estrés: Técnicas de relajación como meditación, respiración profunda o yoga.
Medicamentos:
- Pueden incluir diuréticos, inhibidores de la ECA, bloqueadores de los canales de calcio o betabloqueantes según la evaluación médica.
Es fundamental seguir las indicaciones del médico y realizar controles periódicos para ajustar el tratamiento según sea necesario.