La hernia discal ocurre cuando el núcleo gelatinoso de un disco intervertebral se desplaza a través de una fisura en su capa externa, presionando los nervios cercanos. Es una causa común de dolor en la espalda o el cuello y puede irradiar hacia brazos o piernas. Aunque en muchos casos mejora con tratamiento conservador, en situaciones graves puede requerir cirugía.
Causas
La hernia discal puede ser el resultado de:
- Degeneración natural:
- Los discos pierden elasticidad con la edad, volviéndose más propensos a rupturas.
- Lesiones o esfuerzos:
- Levantar objetos pesados de forma incorrecta.
- Movimientos bruscos o repetitivos.
- Factores de riesgo:
- Obesidad (mayor carga sobre los discos).
- Sedentarismo o falta de fortalecimiento muscular.
- Predisposición genética.
- Profesiones que implican actividades físicas intensas.
Signos y síntomas médicos
Los síntomas dependen de la localización y severidad de la hernia:
- Hernia en la zona lumbar (parte baja de la espalda):
- Dolor que irradia hacia una pierna (ciática).
- Entumecimiento o debilidad en una pierna o pie.
- Dolor al sentarse, toser o estornudar.
- Hernia en la zona cervical (cuello):
- Dolor que irradia hacia el hombro, brazo o mano.
- Entumecimiento o debilidad en los dedos.
- Rigidez en el cuello.
- Casos graves:
- Pérdida del control de la vejiga o los intestinos (síndrome de cauda equina), que requiere atención médica urgente.
¿Cuándo visitar al médico?
Consulta a un médico si:
- El dolor persiste durante varias semanas o empeora con el tiempo.
- Sientes debilidad, entumecimiento o dificultad para caminar.
- Experimentas pérdida de control de la vejiga o intestinos.
Un diagnóstico se realiza mediante evaluación física, análisis de síntomas y estudios de imágenes como resonancia magnética (RM) o tomografía computarizada (TC).
Tratamiento
La mayoría de los casos mejora con tratamiento no quirúrgico:
- Conservador:
- Medicamentos: Antiinflamatorios, analgésicos o relajantes musculares.
- Fisioterapia: Ejercicios para fortalecer los músculos y mejorar la movilidad.
- Reposo relativo: Evitar actividades que agraven el dolor, pero sin permanecer completamente inmóvil.
- Inyecciones epidurales:
- Corticosteroides para reducir la inflamación y aliviar el dolor.
- Cirugía (en casos severos):
- Laminectomía o discectomía para aliviar la presión sobre los nervios.
- Indicada si el dolor no mejora después de varios meses de tratamiento conservador o si hay síntomas graves como pérdida de la función nerviosa.
Prevención
- Ejercicio regular: Fortalecer los músculos de la espalda y mantener una buena postura.
- Evitar levantar objetos pesados de forma incorrecta: Doblar las rodillas y usar la fuerza de las piernas en lugar de la espalda.
- Mantener un peso saludable: Reducir la carga sobre la columna vertebral.
- Adoptar buenas posturas: Al sentarse, pararse y dormir, evitando tensiones innecesarias en la espalda.