Síndrome de Fatiga Crónica (Encefalomielitis Miálgica)

El síndrome de fatiga crónica (SFC), también conocido como encefalomielitis miálgica (EM), es una enfermedad de origen aún no completamente comprendido que se caracteriza por una fatiga física y mental intensa, persistente, y que no mejora con el descanso. Este trastorno puede durar meses o incluso años, afectando de manera significativa la calidad de vida.

Muchas personas que padecen esta condición ven afectada su capacidad para trabajar, estudiar o realizar actividades cotidianas básicas como cocinar o caminar. Es más frecuente en mujeres y suele comenzar entre los 20 y 50 años.

¿Cómo comprobar los signos y síntomas del síndrome de fatiga crónica?

No existe una prueba específica para diagnosticar el síndrome de fatiga crónica, pero se pueden observar los siguientes signos y síntomas:

  • Fatiga profunda e incapacitante que no mejora con el sueño.
  • Malestar post-esfuerzo, es decir, sentirse peor después de hacer actividades físicas o mentales mínimas.
  • Trastornos del sueño, como insomnio o no sentir descanso tras dormir muchas horas.
  • Dolores musculares o articulares sin inflamación visible.
  • Dificultades cognitivas, como problemas de memoria o concentración (conocido como “niebla mental”).
  • Dolor de garganta frecuente, ganglios inflamados o cefaleas.
  • Sensibilidad a la luz, sonidos o temperaturas extremas.

Para ser considerado síndrome de fatiga crónica, estos síntomas deben durar al menos seis meses y no explicarse por otra enfermedad médica o psicológica.

Que hacer y que no hacer para aliviar los síntomas

Qué hacer:

  • Establecer rutinas suaves de actividad, alternando momentos de actividad con descanso.
  • Llevar un diario de síntomas para identificar patrones y evitar sobreesfuerzos.
  • Dormir en horarios regulares y en un ambiente tranquilo.
  • Consultar con un médico especialista para diseñar un plan de tratamiento personalizado.
  • Realizar técnicas de relajación, como respiración profunda, mindfulness o yoga suave.

Qué no hacer:

  • No forzarse a hacer ejercicio intenso o actividades extenuantes, ya que pueden empeorar los síntomas.
  • No automedicarse con energizantes o suplementos sin supervisión médica.
  • No ignorar los síntomas pensando que es solo “cansancio psicológico”.
  • No compararse con personas sanas ni exigir al cuerpo más de lo que puede dar.
  • No confiar únicamente en remedios caseros sin evaluación profesional.

Causas comunes del síndrome de fatiga crónica

Aún no se conoce una causa única para el síndrome de fatiga crónica, pero se han identificado varios factores posibles:

  • Infecciones virales previas, como Epstein-Barr, COVID-19 o citomegalovirus.
  • Trastornos del sistema inmunológico, con una respuesta desregulada.
  • Estrés físico o emocional intenso y prolongado.
  • Desequilibrios hormonales, como problemas en el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal.
  • Predisposición genética, aunque no hay una mutación única identificada.

También se han observado casos de encefalomielitis miálgica que se desarrollan tras un periodo prolongado de fatiga posviral.

Posible tratamiento para el síndrome de fatiga crónica

No existe una cura definitiva para el síndrome de fatiga crónica, pero el tratamiento busca aliviar síntomas y mejorar la calidad de vida:

  • Terapia de conservación de energía (pacing): ayuda a planificar las actividades diarias sin provocar recaídas.
  • Tratamiento del insomnio, con higiene del sueño y, si es necesario, medicamentos prescritos.
  • Fisioterapia suave, adaptada a la tolerancia del paciente.
  • Apoyo psicológico, especialmente terapia cognitivo-conductual, útil para manejar la frustración o la ansiedad que puede acompañar a la enfermedad.
  • Medicamentos para síntomas específicos, como analgésicos para dolores musculares o fármacos para mejorar el sueño y el ánimo.

Es fundamental tener seguimiento médico para adaptar el tratamiento a los cambios en la condición del paciente.

¿Cuándo ir al médico?

Debes acudir al médico si:

  • Presentas fatiga severa e inexplicable que persiste por más de 6 semanas.
  • Tienes dificultad para realizar tareas básicas del día a día.
  • El cansancio empeora con actividad física leve.
  • Experimentas síntomas neurológicos, como pérdida de memoria o dificultad para concentrarte.
  • No encuentras mejoría con descanso ni cambios en el estilo de vida.

Un médico de familia puede ayudarte a iniciar el proceso de evaluación, pero a menudo se requiere un enfoque multidisciplinario que incluya reumatólogos, neurólogos o médicos internistas.

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